La historia de la escuela que tiene una maestra y una sola alumna en el Departamento Minas

Estuvo a punto de cerrar porque se quedó sin estudiantes, hasta que llegó Zoe y le cambió la vida a la “Seño” Maricel. El vínculo de una docente y su alumna.

Maricel Martínez había iniciado la mudanza de los muebles de la Escuela Simón Bolívar, en el Paraje La Aguadita, Departamento Minas después de quedarse sin alumnos, hasta que le avisaron que al lugar llegaba una familia con una niña en edad escolar.

Zoe, de seis años, volvió a encender la esperanza de la “Seño” Maricel de continuar como encargada en la escuela en la que había sido la única maestra en los últimos 17 años.

La docente conoció a Zoe y estrechó un vínculo preciado con su única alumna que viaja todos los días cuatro kilómetros a lomo de mula para llevar a la escuela. Incluso, la niña, que es hija de un antiguo alumno de Maricel, comparte juegos con las hijas de “la Seño”.

“Yo estuve 17 años en esa escuela. Cinco días después de mudar todo, nos avisan que viene una familia al lugar. Al haber un alumno, la escuela tiene que estar abierta”, contó la maestra al periodista Ignacio Varela Coronel del medio Hablando Claro.

De esta forma, la escuela reinició sus clases para Zoe. La docente viaja para dar clases todos los días unos 35 kilómetros por caminos rurales desde su ciudad, Villa de Soto, hasta La Aguadita. La maestra se hizo cargo en el 2004 de la titularidad de este establecimiento educativo, al cual asistían, en ese entonces, 11 alumnos. La escuela, ubicada monte adentro y entre montañas, funciona con personal único.

“Hago todo lo administrativo y lo pedagógico”, explicó Maricel.

Con el tiempo, la cantidad de alumnos fue bajando a tal punto de llegar a una sola estudiante que cursaba el último año en el contexto de pandemia. Con su egreso, que implicó un gran esfuerzo en la virtualidad, un nueva realidad se presentó para Maricel: la falta de inscriptos y el posterior cierre de su querida escuela.

La mujer ya tenía una escuela asignada para empezar a enseñar.

“Si bien yo tenía toda la ilusión de comenzar en un lugar nuevo, cuando volví a la escuela me sentí muy tranquila porque sentí que ese era mi lugar. Después de tantos años sabés que ese es tu lugar. Eso me trajo tranquilidad”, contó la docente.

Zoe llegó a la escuela Simón Bolívar casi sin haber pasado por el jardín, a causa de la suspensión de clases por el Covid-19. Sus padres la llevan a diario en lomo de mula o en moto.

Vínculo

La maestra rural destacó el vínculo que tiene con su única alumna y la manera en que logró avanzar con ella en lo pedagógico.

“Con este cara a cara, ahora conoce un montón de letras, puede escribir algunas palabras sola y está iniciándose en la lectura”, explicó Maricel.

“En la escuela rural el trabajo es siempre más personalizado, vos sabés cuando tienen la mirada triste, cuando pasa algo”, dijo sobre el contacto diario.

Finalmente, Zoe conoció a las hijas de su maestra. “Era como si nos conociera de toda la vida. Andaba trepada de mis hijas, las tenía a las dos sentadas en la galería con las pinturas de uñas”, contó entre risas.

“La quiero como si fuera mi hija pero por ahí también tengo que aprender a separar esto, porque sé que en un momento esta relación tan estrecha me va a costar, tengo yo que ser objetiva para poder evaluarla también”, reconoció la docente.

La Seño Maricel ya era conocida para los para los padres de Zoe. Loreto Maldonado, padre de la niña, fue su alumno cuando ella empezó a dar clases en el mismo establecimiento en 2004. En ese momento asistía con sus cuatro hermanos y, por razones familiares, debieron mudarse a la ciudad de Córdoba.

El próximo año la hermanita menor de Zoe cumplirá cuatro años y concurrirá a la escuela Simón Bolívar. Maricel aclara que, si bien no es docente de nivel inicial, la docencia rural debe estar preparada y capacitarse para cubrir todos los niveles y áreas educativas por lo que es probable que en el 2022 sume a una nueva alumna.

 

Fuente: lavoz.com

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