Espanto en Traslasierra: tienen el cuerpo, tienen a un acusado, pero no saben qué pasó con Santiago
Santiago Aguilera fue asesinado con un golpe en la cabeza. Mientras crece la conmoción, el acusado por secuestro fue enviado a la Cárcel de Bouwer. Desconsuelo de la familia y conmoción en la región.
Dolor, impotencia, bronca, tristeza son las palabras que más aparecen por estas horas unidas al nombre de Santiago Aguilera Allende (18) en las pantallas de Traslasierra.
La muerte del joven alegre y querido, que se confirmó en pleno Día del Niño, sumió a la zona en una desazón difícil de comparar con otras tragedias. Quizá porque los cinco días de búsqueda intensa que le precedieron crearon una expectativa en donde el peor final no era lo más temido. Y porque en la historia de la región no se recuerdan secuestros extorsivos.
Hallaron muerto a Santiago Aguilera
El cuerpo del joven fue encontrado por un trabajador rural cerca de las 10 del domingo, entre el barrio San Pablo y la zona del lago Boca del Río.
Estaba en un campo situado al lado de un camino vecinal muy poco transitado, prácticamente una huella estrecha que une el viejo acceso al dique con la ruta 14.
En el área hay canteras, hornos de ladrillos, granjas y pocos sembradíos.
El hallazgo fue casual, a más de seis kilómetros del sector donde se había centrado la búsqueda.
“Tenía un golpe fuerte a la altura de un ojo, infligido por un tercero”, dijo a La Voz una fuente de la investigación.
“Todo es compatible con un ataque cometido por un tercero”, añadió otro informante.
“Tenía un rigor mortis de entre 6 y 12 horas”, dijo otro.
El cadáver fue remitido para la correspondiente autopsia: el estudio será clave para saber qué pasó.
La causa es investigada como secuestro extorsivo, por ahora, por el fiscal federal Enrique Senestrari.
Hay un detenido: se trata de Walter Gil (23), quien era empleado del corralón del padre de Santiago.
Ya fue enviado a la cárcel de Bouwer y será indagado.
El peor final para Santiago
Hasta el martes, Santiago tuvo una vida intensa y plena.
Ese día cumplió sus rituales: fue a la escuela en Villa de las Rosas por la mañana. Por la tarde trabajó en el corralón de su padre en Villa Dolores.
Al anochecer, fue al gimnasio en la misma ciudad. Su madre lo buscó y lo llevó hasta la casa, en el paraje Chuchiras, en donde la familia cenó.
Antes de las 23, avisó que se iba a tomar una gaseosa con un amigo que vive a unos 400 metros por la ruta que une Las Tapias con San Javier.
Salió caminando. Nunca regresó.
Cuando a las 7 del miércoles los padres se levantaron, no lo encontraron en su cuarto. Supieron que nunca había llegado a la casa del amigo.
Lo llamaron. No respondió.
A los pocos minutos, desde su mismo celular, llegó un WhatsApp intimidatorio. “Me pedían 10 millones de pesos, que no llamara a la Policía y aclaraban que me tenían controlado”, contó Carlos Aguilera, al otro día el padre del chico.
A los pocos minutos, el celular fue apagado. No hubo más mensajes.
La circunstancia apareció como extraña para los investigadores.
Habitualmente, en un secuestro extorsivo, el delincuente se mantiene en contacto con la familia para negociar un rescate. Con la calificación de ese supuesto delito, la Justicia federal se hizo cargo del caso con la intervención del fiscal Enrique Senestrari.
El funcionario se nutrió de la Policía cordobesa. Hubo dos trabajos: por un lado, detectives; por el otro, trabajo de campo.
El crimen de Santiago Aguilera: búsqueda y detención
La búsqueda física se centró en un radio dispuesto en torno a la casa de la familia Aguilera Allende.
Un rastrillaje minucioso, con más de 100 personas, canes y drones se dispuso entre Villa Dolores, Las Tapias y San Javier. El sector tiene grandes áreas de un tupido bosque.
El rastreo digital de las comunicaciones indicó el jueves que se habían emitido mensajes desde la ciudad de Villa Dolores. Esa misma tarde, en ese sector, en la calle Marcos Quiroga al 600, fue allanada la vivienda de Walter Gil (23) un empleado del corralón de Aguilera, y compañero de trabajo de Santiago.
Ese día quedó detenido.
De la casa fue incautado un Peugeot 405 que Gil había manejado supuestamente la noche del martes.
Cámaras de seguridad de ruta 14 habían registrado su circulación entre la ciudad y Las Tapias.
Fuentes policiales indicaron que el detenido se contradijo en sus primeras declaraciones.
El mismo Senestrari indicó que “tenía entradas a la Policía”. El padre de Santiago negó que Gil fuera amigo de su hijo e informó que el empleado “le había preguntado cosas sobre la familia” a Santiago.
La conmoción es total en la región.
Las respuestas, aún, no aparecen.