El IPC nacional marcó 3% en julio. En los primeros siete meses, la inflación llegó al 29,1%, lo que Guzmán había presupuestado para todo el año.

Cuando falta exactamente un mes para el inicio formal del proceso electoral, el Gobierno nacional ya sabe que no va a poder llegar a las urnas con una inflación interanual moderada.

Todo lo contrario, aunque los últimos datos muestran una progresiva desaceleración, lo cierto es que la suba de precios mensual no puede perforar el piso del 3% (ese fue el aumento del mes pasado según dio a conocer ayer el Indec) y el incremento interanual se consolida por encima del 50% (51,8% entre julio de 2020 y el mismo mes de 2021).

En este contexto, está claro que no sirvió la estrategia del ministro de Economía, Martín Guzmán, de contener la suba con las anclas del dólar (que desde marzo sube a un ritmo mucho menor que los precios), del control de precios (con los diferentes planes dispuestos por la Secretaría de Comercio) y de las tarifas de los servicios públicos congeladas (básicamente en el Amba).

En realidad, sirvió a medias: únicamente para evitar que la inflación se espiralizara, como advertían algunas voces en la oposición.

Este problema inflacionario es, en parte, la explicación al raid de inyección de fondos que lanzó el Gobierno en las últimas semanas: créditos de 150 mil pesos para monotributistas a tasa cero, préstamos blandos para refacciones de hasta 240 mil pesos y mínimas condiciones, aumento en jubilaciones y AUH y planes Ahora 24 y 36 para la compra de bienes durables.

Es que si no se puede bajar la inflación para hacer crecer el salario real (el argumento de campaña del Frente de todos), al menos el Gobierno está buscando poner plata en los bolsillos para mejorar el humor de la gente.

Por supuesto, los economistas críticos del programa del Gobierno ven a esto como un grave problema: más gasto, más emisión monetaria, más déficit y más inflación que se prolongará en el tiempo.

Sin control

Carla Daniele, analista de Dracma, describe a la desaceleración del nivel de inflación actual como un fenómeno “meramente momentáneo”.

Según la economista, “la inflación que muestran los registros actuales muestra un sesgo por las regulaciones en tarifas y el control del tipo de cambio que generan una importante distorsión en precios relativos, propias de contextos como el actual”.

Para Daniele, “no es posible considerar la caída de la inflación como permanente en la medida que exista mayor emisión para financiar al Tesoro”. Asimismo, advierte que “en algún momento”, el atraso del tipo de cambio oficial y de las tarifas “se tornará insostenible por los desequilibrios cambiarios y fiscales que generan”.

El análisis coincide con el del asesor financiero Lucas Croce, que dice que “la tasa de inflación es del 51,8% a pesar de los múltiples cepos al dólar y de la mayoría de las tarifas de servicios públicos congeladas”.

En relación con lo que se puede esperar para después de las elecciones, el economista Marcelo Delfino ve para 2022 “no menos del 45% de inflación”. Lo dijo en su última exposición en el ciclo de conferencias organizada por los ejecutivos de finanzas (Iaef).

“En el escenario poselectoral aumenta el riesgo inflacionario en la medida que tengan que desactivarse las distorsiones acumuladas hasta acá”, dice Daniele. “La inflación contenida durante todo este segundo semestre podría empezar a asomarse cuando el atraso cambiario sea insostenible y cuando el polémico acuerdo con el FMI haga inminente una actualización de tarifas en el marco de un ordenamiento del frente fiscal”, agrega.

En una disertación la semana pasada en la Universidad de San Juan, Guzmán dijo que “la tasa de inflación intermensual va a ir reduciéndose” y que “para afianzar una tendencia persistentemente decreciente es necesario resolver los múltiples problemas que causan la inflación”.

Habló de un “proceso que va a llevar tiempo”. Si bien es cierto que van cuatro meses seguidos de retroceso –después del pico de marzo (4,8%) siguieron tasas de 4,1% (abril), 3,3% (mayo) y 3,2% (junio)–, preocupa que la inflación núcleo no baje e, incluso, se haya acelerado en julio (3,1%).

Indec en julio

El nivel general del IPC que mide el Indec registró en julio un alza de 3% y una suba interanual de 51,8%. La división de mayor incremento en el mes fue Restaurantes y hoteles (+4,8%), donde se destacaron los servicios de alojamiento a raíz del receso de invierno.

Los aumentos de las actividades asociadas al turismo impactaron en Recreación y cultura (+3,1%) y Transporte (+2,3%). Salud (+3,8%) fue la segunda división de mayor aumento del período. Alimentos y bebidas no alcohólicas (+3,4%) fue la de mayor incidencia en todas las regiones.

Fuente: lavoz.com.ar