Desactivan más “call centers” en las cárceles de Bouwer y Cruz del Eje
La misma semana que se conoció la condena a 14 personas por estafas telefónicas con la promesa de premios virtuales, ardid que tenía su epicentro en el interior de la cárcel de Cruz del Eje, volvieron a desarticularse nuevos “call centers tumberos” donde se hacía el cuento del tío. Por orden de la Justicia bonaerense, se concretaron decenas de allanamientos en ese penal, en el de Bouwer y en varios domicilios de Córdoba y otras jurisdicciones.
Más de 450 efectivos cordobeses y bonaerenses “concentraron” para lanzar en la madrugada de ayer un megaoperativo conducido por el fiscal general adjunto de San Isidro Patricio Ferrari. Con la colaboración de su par de Casos Complejos en Córdoba Enrique Gavier y diversas unidades policiales locales especializadas (entre las que sobresalió Delitos Económicos), la acción se descargó sobre seis celdas de Bouwer, tres de Cruz del Eje y 40 allanamientos en viviendas de Córdoba, Saldán, Villa Allende, Oliva y provincia de Buenos Aires, entre otros objetivos.
Los procedimientos arrojaron un saldo de 21 detenidos, entre nueve presidiarios y 12 personas que estaban en sus domicilios y en libertad. En ambos penales se incautaron celulares, planillas con números telefónicos, claves, chips y otros elementos de prueba.
En los domicilios también se halló evidencia útil para la causa. Pero, además, cuatro de los detenidos fueron sorprendidos en una vivienda de barrio Zepa (cerca de Ferreyra, en Córdoba), donde además de prueba de la causa se hallaron elementos que serán investigados en Córdoba: una pistola Bersa 9 milímetros presuntamente sustraída a un policía, 61 envoltorios con droga y una chapa patente de un vehículo con pedido de secuestro.
Entre los elementos secuestrados para la causa de los call centers que se está instruyendo desde hace meses en San Isidro, provincia de Buenos Aires, se destacan unos 30 celulares relacionados con las estafas telefónicas, 250 mil pesos y 1.250 dólares, tarjetas de débito, tickets, anotaciones, talones con giros bancarios y otros documentos valiosos de relevancia para la causa.
Un ejército de dos provincias
Concentrados desde las 3 del jueves, el megaoperativo se lanzó cerca de las 5 con acciones simultáneas en las nueve celdas de las dos cárceles y en 40 diferentes casas de las provincias de Córdoba y Buenos Aires. Desde la jurisdicción vecina llegaron 50 policías de las diferentes Direcciones Departamentales de Investigaciones (DDI) de la Bonaerense a las órdenes de la Fiscalía de San Isidro.
En “colaboración”, desde la fuerza cordobesa se desplegaron los efectivos de la Dirección General de Investigaciones, Delitos Económicos, el Eter, el Seom, la Guardia de Infantería y las patrullas de prevención, entre motos, autos y camionetas.
La coordinación de los allanamientos y el diseño del plan estuvo a cargo del titular de la Unidad de Investigaciones y Causas Complejas, comisario Alberto Bietti.
No era con el IFE
Contrariamente a lo que se divulgó a primera hora a través de cables nacionales, la modalidad comisiva de las estafas no tenía como señuelo el cobro del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) sino “premios virtuales”.
Fuentes policiales indicaron que el IFE a los delincuentes ya no les es posible realizarlo porque desde la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) bloquearon las cuentas a ese tipo de maniobras. Por eso, los maestros del “cuento del tío” se corrieron a los premios virtuales para ser cobrados en cuentas de jubilados, pensionados o cualquier persona con tarjeta de crédito que pueda llegarse a un cajero automático donde podía extraerles o transferirles el dinero.
Los investigadores confiaron que el mentido origen de los llamados era desde firmas como Samsung, Toyota u otra marca conocida, o de canales como Telefe y hasta de programas de televisión como el de Susana Giménez. La llamada comenzaba “informando” que la persona había ganado un premio y que podía recibirlo o hacerse del dinero equivalente. Si quería tener el bien –un televisor de 60 pulgadas, un celular o un vehículo–, debía abonar gastos administrativos (que eran el botín de los estafadores). Para cobrar el equivalente en efectivo, les decían que se lo depositarían en su cuenta.
Para ambas operatorias, la víctima era conducida a un cajero automático, con turno que le otorgaban los estafadores para “atenderlos mejor” y organizar el engaño. Una vez en el cajero, los “mareaban” y les hacían cambiar la clave de acceso, con lo que les vaciaban la cuenta o les hacían solicitar un préstamo desviado a una persona miembro de la organización delictiva.
Una buena
Bietti comentó una noticia ciertamente auspiciosa: los engaños telefónicos con este tipo de modalidad tenían hasta hace pocos meses una efectividad de cinco fraudes en 100 intentos.
Durante el inicio del confinamiento social a raíz de la pandemia universal, hubo un recrudecimiento del número de estafas telefónicas. Pero también se hizo mucha prevención para que los sectores más vulnerables –adultos mayores– estuvieran más alertados sobre este accionar inescrupuloso.
De acuerdo al seguimiento estadístico que realizan los investigadores por las denuncias de damnificados y por lo que conocen que intentan los estafadores, en la actualidad esa tasa se ha reducido a un 0,5 por ciento, es decir, cinco casos cada mil intentos.
Fuente: lavoz.com.ar